Como docentes enfrentamos a diario un desafío que se hace cada vez más palpable. Es el desafío de innovar, el de la transformación efectiva del aula que conocemos en un espacio donde se lleven a cabo actividades que resulten verdaderamente fructíferas y gratificantes para docentes y estudiantes. El Doctor en Educación Carlos Bancayán Oré (2013) afirmó al respecto: "desde mediados del siglo pasado, los educadores se han mostrado preocupados respecto a procedimientos válidos que pueden usar para planificar, implementar, ejecutar y evaluar los procesos de enseñanza-aprendizaje" (p. 110).
En esta gran empresa la taxonomía de Bloom puede ser uno de nuestros salvavidas. Benjamin Bloom fue un psicólogo estadounidense que se dedicó al estudio del aprendizaje. En sus investigaciones observó que cuando aprendemos no siempre ponemos en marcha procesos cognitivos de igual importancia y se propuso establecer, en palabras de López García (2002), un "sistema de clasificación de habilidades [del pensamiento]" (párr. 1).
De esta observación es que nace su taxonomía en el año 1956, que define objetivos de aprendizaje, jerarquizándolos en progresivos niveles de complejidad (ver imagen 1): "conocimiento", que implica poder recordar información aprendida previamente, "comprensión", referido a demostrar un entendimiento de los hechos, "aplicación", referido a aplicar conocimiento en situaciones reales, "análisis", que requiere seccionar un objeto de estudio en partes más simples para encontrar evidencias a los fines de arribar a generalizaciones, "síntesis", que involucra compilar distintos componentes en un todo cohesivo o proponer soluciones alternativas y "evaluación", que remite a elaborar juicios y ser capaz de defenderlos y sostenerlos en base a la evidencia. A su vez, en cada taxón podemos ver palabras clave asociadas que reflejan las acciones que se llevan a cabo en cada nivel.
Respecto de la utilidad de la taxonomía de Bloom para el docente, Bancayán Oré (2013) aporta nuevas contribuciones:
El término taxonomía conlleva una clasificación, categorización u ordenación, que describe cómo se construye sobre lo anteriormente aprendido; refleja las diferentes formas de pensar, en una ruta diseñada por el docente [énfasis agregado], en la que trata de complejizar los procesos del pensamiento que el alumno usa para construir conocimiento. (p. 110)
En base a lo dicho, podemos decir que este modelo nos ayuda para:
👉Evaluar mejor los aprendizajes a partir de conocer mejor su funcionamiento
👉Formar alumnos más competentes, orientándolos hacia el desarrollo de facultades más valiosas
👉Diseñar mejor nuestras actividades, de acuerdo a las acciones requeridas en ese nivel de la taxonomía
👉Secuenciar más adecuadamente nuestras actividades en base a los procesos cognitivos que cada una de ellas requiere
👉Evaluar mejor la complejidad de cada tarea
Otro aspecto notable de este modelo es que fue revisado dos veces, la primera de ellas fue publicada en el año 2001, realizada por antiguos estudiantes de Bloom, Lorin Anderson y David R. Krathwohl.
Esta primer revisión cambia los sustantivos de la taxonomía por verbos "para significar las acciones correspondientes a cada categoría" (López García, 2002) e invierte además el orden de algunos de los taxones. Las categorías en su nuevo orden jerárquico son: recordar, comprender, aplicar, analizar, evaluar y crear (ver imagen 2).
Además, dentro de cada categoría, se añaden verbos indicadores, con los procesos cognitivos que tienen lugar en cada nivel. Bancayán Oré (2013) lo describe en los siguientes términos:La taxonomía de Anderson y Krathwohl es una secuencia ordenada y lógica que permite al docente una visión compleja de las habilidades que desea alcanzar en sus estudiantes, asociado a acciones concretas que ellos pueden realizar en el aula o fuera de ella. . . (p. 118)
En cuanto a la segunda revisión, que se publicó en el año 2008, y es conocida popularmente como la Taxonomía de Bloom para la era digital, se incluyen en ella distintas competencias digitales en cada categoría o taxón "para ponerla a tono con las nuevas realidades de la era digital" (López García, 2002). Cada categoría de la taxonomía fue complementada con actividades, herramientas y verbos, todos propios del mundo digital.
La mirada de Bloom puede profundizarse además con el concepto de inteligencias múltiples. Todos somos buenos en algo, así como podemos también carecer de habilidades en otras áreas. La inteligencia no se manifiesta de una única forma y ninguna es más valiosa que las demás (Regader, 2015). La Teoría de las Inteligencias Múltiples viene a rebatir la idea de que existe una inteligencia única.
De acuerdo con Howard Gardner las inteligencias predominantes son ocho (ver imagen 3): en el orden de la imagen en sentido horario, la visual-espacial, la kinestésica, la musical, la interpersonal, la lógico-matemática, la verbal-lingüística, la naturalista y la intrapersonal.
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Imagen 3. "Theory Of Multiple Intelligences" [Teoría de las Inteligencias Múltiples]. Licencia CC0. |
Cada una de ellas se caracteriza por habilidades y capacidades específicas. Así, para cada tipo de inteligencia podemos seguir la lógica de Bloom y jerarquizarlas, de modo que a cada inteligencia podamos asignarle actividades en un nivel creciente de importancia y complejidad. Esta teoría sacudió de alguna forma los cimientos del viejo trabajo en el aula. Bertrand Regader (2015) analiza la importancia de la teoría de Gardner en el trabajo educativo:
La educación que se enseña en las aulas se empeña en ofrecer contenidos y procedimientos enfocados a evaluar los dos primeros tipos de inteligencia: lingüística y lógico-matemática. No obstante, esto resulta totalmente insuficiente en el proyecto de educar a los alumnos en plenitud de sus potencialidades. La necesidad de un cambio en el paradigma educativo fue llevado a debate gracias a la Teoría de las Inteligencias Múltiples que propuso Howard Gardner. ("En contexto", párrafo 2)
Vemos que es evidente que la educación actual necesita dar un giro. Es justa (y necesaria) nuestra demanda como docentes por herramientas que nos ayuden a romper con los viejos esquemas bajo los cuales aún hoy nos siguen formando. Una especie de rebelión sana que nos puede llevar a construir una nueva realidad.
Fuentes consultadas:
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