Del ABP, la pasión y otras yerbas
El aprendizaje basado en proyectos es una metodología educativa propia del mundo de hoy. El disparador del trabajo áulico consiste en una secuencia didáctica en forma de proyecto que involucra al alumnado en un trabajo significativo, creativo y en conexión con el mundo real, su mundo. Los estudiantes se vuelven protagonistas de un trabajo en equipo que implica resolver un desafío que coordina conocimientos curriculares con una causa que los motiva y moviliza.
Una de las tesis de esta propuesta de trabajo es que no se necesitan (como se creería) deslumbrantes condiciones materiales para llevarla a cabo en el aula. El cambio que se requiere para su implementación es metodológico (cualitativo), no depende necesariamente de los materiales disponibles. Esto es especialmente relevante si creemos que es posible y justo que todos tengan acceso a una educación de calidad. El ABP es una manera de mejorar la calidad educativa y brindarle al alumno herramientas para desenvolverse mejor en el siglo XXI.
Un ejemplo interesante que ilustra algunas de estas ideas se desarrolló recientemente en una escuela rural de Chile donde, a través de un proyecto que articulaba las asignaturas Música, Artes Visuales, Inglés y Educación Física, se logró incluir en el trabajo al idioma mapuche, reivindicando la cultura de los pueblos originarios y demostrando que es posible combinar la riqueza de la cultura local con el currículo, el aprendizaje significativo y la creatividad.
Otra cuestión que vale la pena explorar es el choque que ocurre entre el modelo educativo tradicional como lo conocemos y los intereses y la forma de aprender de los jóvenes hoy. Henry Jenkins nos dice:
Hay una tensión extraña actualmente en las escuelas de Estados Unidos, entre una generación que fue criada a pruebas estandarizadas y otra que simultáneamente creció con blogs, podcasts, juegos y sitios para fans (...) Veo a mis estudiantes luchar con eso en el aula, quieren saber qué va a entrar en la prueba, quieren negociar la nota, y les da ansiedad pensar que pueda haber algún cambio. Al minuto de dejar el aula, estos mismos estudiantes se la pasan twitteando, creando cosas e involucrados todo tipo de actividades de aprendizaje informal. Mientras la mayoría de las escuelas toman cualquier cualquier tipo de colaboración como una forma de hacer trampa, porque su modelo es el del aprendiz autónomo disociado del mundo. Creo que tenemos que cambiar fundamentalmente el paradigma si pretendemos responder a la forma en la que los jóvenes están aprendiendo hoy. (la traducción es mía)
Sin duda nuestra responsabilidad docente nos debe llevar a innovar, a buscar nuevas formas de mejor preparar a nuestros estudiantes para lo que se viene, capitalizando sus intereses, pasiones y talentos y considerando su forma de interactuar con el mundo. Para que esto pueda volverse una realidad debemos desechar el pensamiento limitante que nos hace poner el foco en los recursos disponibles. El mayor problema no es nunca tecnológico.
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